(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) ¿Se va o no se va Nicolás Maduro? La pregunta de la columna tiene sentido si se piensa en todo el show que tanto Maduro como Trump han montado desde hace meses, en el que, por cierto, no han faltado los dimes y diretes de ambos lados. Acusaciones de todos conocidos, van y vienen a través de la prensa mundial, sin que, en rigor, nada se resuelva ni para bien ni para mal. Esta historia ya está pareciendo telenovela rasca de matrimonio mal avenido, pero que podría llegar a una solución que deje feliz a la pareja que es, por lo demás, lo que la platea planetaria desea, sobre todo la de esta aporreada Latinoamérica.

El nuevo capítulo de la telenovela lo puso la agencia de noticias Reuters al afirmar que Trump mantuvo con Maduro una breve conversación de menos de quince minutos, el viernes 21 de noviembre pasado. La información la recoge el diario La Tercera de Santiago de Chile, edición online, del lunes 1 de diciembre. De acuerdo con el medio citado, Donald Trump rechazo prácticamente todo lo solicitado por el presidente venezolano como condición para abandonar el país. ¿Qué pidió Nicolás Maduro para dejar el poder usurpado? El petitorio se reduce a cinco puntos esenciales.

Primero, una amnistía total y global para él y su familia. Segundo, levantar todas las sanciones impuestas por el gobierno estadounidense. Tercero, terminar con el caso en la Corte Penal Internacional. Cuarto, retirar las sanciones a más de cien funcionarios de gobierno, vinculadas con atropello a los derechos humanos, narcotráfico o corrupción. Y, por último, que la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, se quede transitoriamente como presidenta hasta que se realicen nuevas elecciones. ¿Qué significa este petitorio que, evidentemente, no podía ser aceptado, sin que representase un perdón total de los delitos cometidos?

A mi modo de ver, el reconocimiento de Nicolás Maduro, una vez más, de la absoluta convicción de sus faltas cometidas, todas ellas derivadas del hecho de ser un usurpador del poder y haberse erguido, por lo mismo, en un dictador. Al mismo tiempo, significa también, la ninguna intención de entregar ahora el poder, cuando solicita que Rodríguez encabece un gobierno transitorio hasta “nuevas elecciones” que, ciertamente, volverían a ser manipuladas, puesto que todo el sistema institucional está contaminado por los mandos ideológicos por él impuesto para asegurar su régimen totalitario.

Con todo, el mismo medio afirma que la Casa Blanca estaría considerando una nueva salida al conflicto, pero que aún persisten “desacuerdos” mayores y “detalles” por resolver. Tan complicado está Nicolás Maduro que hasta el propio Partido Comunista de su país, le ha exigido que le aclare a la ciudadanía las conversaciones sostenidas con Donald Trump.

La telenovela Trump-Maduro tiene, todavía, algunos capítulos que, esperamos, cuya trama culmine con un final feliz para la sociedad venezolana y para la región: sin violencia.

La pregunta del título de esta columna la responderá el último capítulo.