Compañeras y compañeros

Estamos nuevamente en esta Plaza para reiterar nuestra solidaridad, como lo expresamos el pasado 9 de octubre. Una vez más nos hacemos presentes y le decimos al pueblo palestino, ¡no los olvidamos! ¡Pueblo heroico, nos los abandonamos! Hoy, es el día mundial de los derechos humanos y los derechos más básicos son el derecho a la vida digna y a la libertad. ¡Y acá estaremos hasta que obtengan su libertad!
 

El reciente alto el fuego representa un respiro mínimo, pero no marca el fin del sufrimiento en Gaza. Hoy mismo, el régimen sionista sigue matando. No respeta –como no lo hizo nunca– los acuerdos de cese al fuego. Tampoco respeta el acuerdo sobre ingreso de ayuda humanitaria, que no alcanza a la mitad de lo acordado.
 

La ocupación continúa, el genocidio no cesa. No hay paz en Gaza y tampoco en Cisjordania. Solo masacres, asesinatos y secuestros ejecutados con total impunidad.
 

Hoy predominan liderazgos –a nivel mundial– que promueven el miedo, la xenofobia y políticas de exclusión. Se invaden países como Líbano, Siria e Irán y se llevan adelante ejecuciones sumarias en el mar Caribe. Se reducen recursos para organizaciones humanitarias y se criminaliza la solidaridad. Lo que vemos en Gaza forma parte de esa misma estrategia: intimidar tanto a quienes resisten, a quienes huyen como a quienes tienden la mano.
 

Hoy, Día Internacional de Los Derechos Humanos, levantamos la voz para decir que para algunos esos derechos valen cada día menos. Recordamos que la dignidad inherente de todo ser humano y la igualdad en derechos son la base de la paz, la justicia y la libertad en el mundo. Por eso defendemos el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad personal y expresamos una vez más nuestro ¡absoluto rechazo al genocidio perpetrado en Palestina por Israel y sus cómplices!
 

En este contexto, la reciente resolución 2803 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que respalda el plan de Trump para Gaza, se impone como una burla al derecho internacional y a toda la humanidad. Establece que la población de Gaza constituye una amenaza a la paz de la región, entierra el derecho a la autodeterminación del pueblo
palestino y legaliza la ocupación, llevando a Palestina a un status de protectorado bajo el dominio sionista-norteamericano, justamente los responsables directos del genocidio.

Para el Consejo de Seguridad, el sionismo expansionista no constituye una amenaza. Por el contrario, considera una amenaza a los miles de cadáveres palestinos, los sobrevivientes con hambre, los enfermos y mutilados, es decir, a toda la población que habita Gaza entre escombros y cenizas. Esta resolución del Consejo de Seguridad de la ONU no solo anula los Derechos Humanos establecidos por la Carta de las Naciones Unidas y los estados que la suscriben, sino que viola las resoluciones emanadas tanto de la Asamblea General como de sus otros organismos.

El genocidio no se limita a Gaza. En Cisjordania el violento avance de la ocupación mediante la implantación ilegal de colonias que son verdaderas bases civico-militares está en masiva expansión. Los palestinos de Cisjordania, sufren hoy mismo el incremento de los crímenes y ataques de los colonos apañados por el ejército israelí, sin olvidar la anexión de hecho de Jerusalén Este y su judaización. Reivindicamos el derecho a la libertad de movimiento, al retorno a los hogares y a no ser privados de vivienda, principios esenciales en contextos de desplazamiento forzado. Es el terrorismo de estado que no ha cesado desde 1948 y que desconoce tanto la identidad palestina, como todos los derechos consagrados por la humanidad.

Sabemos bien que la destrucción casi completa de Gaza y la matanza indiscriminada de su población no tiene otro objetivo que el de extender el territorio de Israel y garantizar su completo dominio, por encima del derecho internacional y humanitario. Ahora en esta fase, se pretende establecer una gestión eficiente del horror, además del control absoluto y sofocamiento de toda resistencia armada o pacífica.

Decenas de resoluciones de la ONU han sido completamente desconocidas por el régimen sionista, persiguiendo el objetivo proclamado de aniquilar toda resistencia del pueblo palestino que lucha por su libertad y autodeterminación.
 

¡Y no hubo una sola sanción para tales desconocimientos! ¡Sigue reinando la ley del más fuerte!
 

El genocidio no es una casualidad generada por las circunstancias sino el resultado lógico y premeditado del expansionismo sionista en la Palestina Histórica: Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este. Prueba de ello es la nueva ley con media aprobación en el parlamento israelí que permite y "legaliza” la ejecución de rehenes palestinos, normalizando los asesinatos en masa y la continuidad del genocidio bajo ocupación. En las cárceles se practican todo tipo de maltratos, se practica la violación de niños, de varones y mujeres y la tortura hasta provocar la muerte.

Para completar la aniquilación de la voluntad palestina y del derecho internacional humanitario se esboza un plan para el ingreso de la ayuda humanitaria y la reconstrucción de Gaza a través de la apelación a donantes y fuentes financieras como el Banco Mundial. Esto significa que a Israel no se le exige, en modo alguno, que asuma los costos de la destrucción masiva de Gaza. En suma, se exonera al régimen sionista de toda responsabilidad. ¡SE CONSAGRA LA IMPUNIDAD!
 

El pueblo palestino deberá acatar los designios de los “nuevos” intrusos, esta vez legitimados por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, o seguir muriendo como hasta ahora. El término utilizado, “desradicalizar Gaza”, significa, ni más ni menos, que los y las palestinas asuman el yugo extranjero, comandado por el imperialismo estadounidense.

Las conclusiones son desalentadoras para toda la humanidad. El régimen sionista cuenta con carta blanca para seguir asesinando a discreción, violando sistemáticamente la tregua, el cese al fuego y cuántos derechos aún no haya pisoteado. Rechazamos enfáticamente semejante aberración y despojo de los derechos del pueblo palestino.

No será posible una paz justa y duradera sin el reconocimiento de la autodeterminación. No será posible una paz justa y duradera, mientras el régimen sionista no abandone definitivamente su proyecto colonial.

No será posible una paz justa y duradera, hasta el fin de la ocupación, del apartheid y del
genocidio.
 

No será posible una paz justa y duradera, mientras no retornen los refugiados y se obtenga la liberación de los rehenes encerrados en las cárceles de Israel.
 

No será posible una paz justa y duradera mientras empresas y países sigan lucrando con el Genocidio.
 

Expresamos nuestra solidaridad con el pueblo palestino, reafirmando que la paz solo puede construirse sobre la base del respeto pleno y universal de los derechos humanos. Paz, con justicia y libertad. Paz, con juicio y castigo a los culpables.

Paz, con reparación y reconstrucción. Una vez más exigimos al gobierno uruguayo recurrir a todas las herramientas disponibles para garantizar el respeto a los derechos humanos y el derecho internacional. Exigimos el cierre definitivo de la Oficina de la ANII.

¡El genocidio continúa y es urgente detenerlo!

Los gobiernos y también el nuestro tienen la obligación y responsabilidad ética de terminar con el genocidio y no contribuir de ninguna manera a su sostén.

Tienen la obligación de que se haga efectivo y total el alto el fuego y que ingrese la ayuda humanitaria en cantidades suficientes, como fue acordada.

Hoy es una obligación aislar y sancionar a Israel hasta que cumpla con el derecho internacional y humanitario.

Exigimos a nuestro gobierno posturas firmes de condena a Israel en todos los ámbitos. Exigimos que Uruguay no sea cómplice de este despojo y genocidio.

La causa palestina es la causa de la humanidad. ¡Basta de genocidio! ¡Ingreso de ayuda humanitaria en cantidades suficientes! ¡Romper relaciones de todo tipo con Israel hasta que cumpla con el derecho internacional!

¡Libertad a las y los rehenes palestinos en las cárceles sionistas!

Desde el río hasta el mar, iguales derechos para todos y todas.

¡Viva Palestina Libre!

Montevideo, 10 de diciembre de 2025